Catoira (Pontevedra): los vikingos desembarcan en Jacobusland

Romería Vikinga de Catoira
photo_camera Romería Vikinga de Catoira

La cita es el primer domingo de agosto: ése día las calles y el paseo marítimo de Catoira están repletas de visitantes y, también, de vikingos desarrapados y entregados a los placeres del vino tinto del Ulla. La Romería Vikinga escenifica los asaltos normandos y vikingos a las Torres del Oeste, la fortaleza medieval que sellaba el acceso más directo por mar a los tesoros venerados en la capital de Jacobusland: Compostela.

Durante el verano, la geografía festiva de Galicia anda repleta de incruentas conmemoraciones gastronómicas donde se rinde homenaje popular, con renovado entusiasmo, al bonito, la tortilla, el pulpo, la sardina, el berberecho, al vino Albariño o al pimiento. Muy cerca de Padrón, allá por donde el Ulla desemboca en las apacibles aguas de la ría de Arosa, se celebra, sin embargo, la que muchos consideran como la primera fiesta profana de Galicia: la Romería Vikinga de Catoira.

En 2012 se cumplen ya cincuenta y dos años desde que en 1961 un grupo de intelectuales locales, agrupados en torno al desaparecido Ateneo do Ullán, decidieran escenificar los asaltos normandos y vikingos a las Torres del Oeste, la fortaleza marítima que sellaba el acceso más directo por la ruta del mar de Arosa a los tesoros y reliquias veneradas en la capital de Jacobusland: Compostela.

La cita se repite desde entonces año tras año el primer domingo del mes de agosto. No hay en toda la ría un enclave más mágico como éste sobre el que aún se levantan dos de los torreones de la fortaleza catoirense. Cuando el Ulla llega al estuario situado frente a Catoira lleva atrapadas, en el reflejo de sus aguas, algunas de las postales más bellas de la Galicia interior. El Ulla de don Ramón del Valle-Inclán y Rosalía de Castro, maltratado por represas y vertidos, sigue al “padre” Miño en la escala de tamaño de los ríos gallegos y, también, en el corazón de sus gentes. Avistadas desde el puente próximo, las destartaladas torres fascinan al viajero, parecen hechizadas por algún secreto conjuro. Tal vez eso explique el éxito continuado de una fiesta tan canalla.Romería Vikinga de Catoira

Gaitas, tambores y verbena. Dan miedo estos vikingos del siglo XXI: tocados con sus cascos astados, desnudo el torso, ataviados con pieles y armados con pesados mazos, largas espadas y escudos abollados, gritan hasta desgañitarse, saltan sobre las ruinas como poseídos por algún espíritu, engullen vino del país sin descanso, ríen a carcajadas o maldicen mirando al cielo. Son, pues, dignos representantes de aquellos otros que asolaron repetidamente las dos riberas de la ría y llegaron a asediar Compostela entre los siglos IX y XI de nuestra era.

La fiesta comienza temprano, en las calles de Catoira, al festivo ritmo que marcan las bandas de gaiteros y sus tambores. Días antes, engarzando con el carácter cultural que ha ido dándole el Ayuntamiento catoirense a la celebración, se realizan diversos encuentros entre los que destacan la Semana teatral o las jornadas “Catoira en la Historia”, con la participación de otras localidades europeas hermanadas, la danesa Frederikssund, y las británicas Wachet y West Somerset.  

A partir de 1994 se añadió al festejo uno de sus elementos más vistosos: la nave vikinga que escenifica el desembarco ría arriba con el asalto e incendio de la isla de los Ratones y el posterior ataque a las Torres del Oeste. El barco fue construido por una escuela-taller local gracias a los intercambios culturales del concello con esas otras localidades europeas con las que comparte su común pasado de saqueos y asaltos: extraídos pieza a pieza del fondo fangoso del fiordo de Roskilde, los planos de un auténtico drakkar vikingo llegaron desde Frederikssund y añadieron a la Romería de Catoira el toque colorista definitivo, convirtiéndose desde entonces en el emblema del municipio pontevedrés. 
 
La batalla, entre cruces de gritos guerreros y entrechocar de espadas tiene lugar en el interior de la despanzurrada fortaleza. Es un combate sin vencedores, donde todos se divierten hasta el final, y muchos acaban vencidos por el abrazo del vino. En los alrededores se ha desplegado un dispar mercadillo y el fragor de la pelea se diluye finalmente en el olor que llega desde los calderos de cobre entre cuyos vapores se mueven los pulpeiros o alrededor de los quioscos y mesas donde la gente degusta miles de kilos de mejillones.
Molinos de viento y marea
 
Las celebraciones continúan después de la comida popular con una muestra de bailes tradicionales a primera hora de la tarde y finalizan con una verbena nocturna en la Alameda, junto al Ayuntamiento.

La escapada hasta Catoira puede completarse recorriendo alguno de los muchos rincones especiales que conserva el concello: en el mismo recinto de las Torres de Oeste nace un paseo fluvial que discurre durante un kilómetro por una pasarela de madera, uniendo el estuario del Ulla con la sede del Club de Piragüismo local y la playa sobre el mismo río. Pero son más los recursos idóneos para senderistas: desde las trochas que recorre el antiguo Camino Real hasta el único sendero gallego incluido en la Red de Caminos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente: el del río Catoira.

Molinos. De marea y de viento. Molinos de río. El concello de Catoira, en otros tiempos rico en estos ingenios, trabaja desde hace años en su recuperación como elementos etnográficos a salvar de su pasado. Cerca de la cima del monte Mesón de Ábalo, y también junto a la laguna de Pedras Miúdas, hay varios ejemplares de estos molinos de viento. La excursión a la cumbre depara unas panorámicas preciosas de la ría. Además hay cerca de 60 ingenios fluviales a orillas de los ríos Freixeiro y Catoira, entre otros. Y en la desembocadura de éste último se encuentra el Muíño do Cura, uno de los pocos molinos de marea que se conservan en Galicia. Un colofón perfecto para este viaje.



CÓMO IR

Situado a unos 30 km de Santiago de Compostela, el concello de Catoira es un destino muy accesible desde la autopista de peaje AP-9. Si se viaje en dirección a Pontevedra hay tomar la salida 93 (para Padrón) y luego continuar por la N-550 hacia Pontecesures. Se cruza el río Ulla y en la primera rotonda se toma la C-550 hacia Vilagarcía de Arousa: Catoria queda a unos 14 km de este punto.


 

DORMIR

Eco-Viajes recomienda dormir en casa rural A Pedreira (Cuntis, un paraíso de tranquilidad muy cerca de Catoira.

Más Información: Concello de Catoira y Tel. 986 54 60 14

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