Peñaranda de Duero: placer renacentista

Plaza de los Duques de Peñaranda
photo_camera Plaza de los Duques de Peñaranda

La llegada de la primavera viste a la Ribera del Duero con su traje más espectacular. Desde la loma sobre la que se alza la centenaria fortaleza de Peñaranda podrás disfrutar de unas bellas panorámicas del macizo de Ayllón y del tapiz verdeante de la llanura cerealista. Viaje al corazón de la Castilla medieval.

Peñaranda es una de esas villas que armaron la frontera del Duero entre los reinos cristianos y musulmanes durante la reconquista. Una línea mítica de plazas fuertes fortificadas a ambos lados de la ondulante línea del río: San Esteban de Gormaz, Berlanga, Gormaz, Uxama. Un tiempo de escaramuzas y correrías caballerescas, de una paz arremansada que duró siglos. Un tiempo que sirvió para edificar algunos de los mejores ejemplos del románico en la Extremadura castellana y dejar un legado de piedra viva en las legañas de la historia. Plaza de los Duques de Peñaranda

Peñaranda queda a sólo 18 km de Aranda, la capital de la Ribera del Duero y a sólo ocho de La Vid, por donde pasa el eje de la N-122, linda y renqueante, encostrada de autovías inacabadas y radares de la Guardia Civil emboscados que se adentra en otro de los territorios míticos del sur de Castilla: la Soria del Burgo de Osma, Calatañazor y el Cañón del Río Lobos.

Botica Ximeno. Si puedes, visita Peñaranda entre semana. No sólo respirarás el aire parsimonioso que enseñorea estas viejas villas castellanas de condes venidos a menos (o a nada) y de conventos extinguidos: aquí encontrarás la botica más antigua del Reino, la que regenta la familia Ximeno desde hace ocho generaciones. Un salto en el tiempo hasta el siglo XVIII, con sus vitrinas repletas de botes cerámicos de farmacia, su jardín de plantas medicinales, laboratorio y la rebotica. Pero sólo se puede acceder a ella en horario comercial, de lunes a viernes. Para urgencias, ya se sabe, a Aranda.

Plaza Mayor. La botica la encontrarás en uno de los conjuntos monumentales más bellos de estas latitudes: la Plaza Mayor, cerrada por la excolegiata de Santa Ana (del siglo XVI), el palacio de los Condes de Miranda (preciosidad renacentista) y un conjunto de viviendas populares (a las que se accede transitando un umbrío arco de la antigua muralla) que conserva el típico entramado de adobe y madera. No hay que olvidar el rollo jurisdiccional (impostado en uno de los laterales de la plaza).

Castillo. Luego callejea. Hazlo dejándote guiar por la intuición porque pese a las apariencias en Peñaranda quedan muchos bellos rincones intramuros. Aunque todos los caminos conduzcan hasta la loma sobre la que se alza el vetusto castillo con forma de navío que dio origen a la población cuando la repoblación cristiana. La estampa actual es la del siglo XV, cuando el conde de Miranda lo actualizó a los usos de aquellos momentos. La Torre del Homenaje es un centro de interpretación (consultar horarios en la oficina de turismo si no quieres encontrarte la puerta cerrada a cal y canto). O no. Subir hasta el castillo (a pie o en coche) es obligado para disfrutar de una bella panorámica y estirar las piernas. El estallido de la primavera bien lo merece.

Más información: Peñadaranda de Duero (web municipal)

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