Hervás, un paseo por la memoria viva de Sefarad

Barrio judío
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El otoño es una de las mejores épocas del año para visitar esta tranquila localidad cacereña situada no muy lejos del milenario trazado de la Vía de la Plata. Puedes recorrer su judería y disfrutar de un entorno natural único.

No hay duda de que el principal reclamo de la villa es su barrio judío, declarado Conjunto Histórico-Artístico en el año 1969. Sus casas de adobe y castaño, las medianerías protegidas con tejas en vertical, las calles angostas y el vivo desorden de su crecimiento medieval, confieren características únicas a este laberinto de tiempo y gentes que trae a la memoria los ecos de la que fuera una de las aljamas más importantes de Extremadura. Una historia viva de la perdida Sefarad que se recobra cada año, durante el primer fin de semana de julio, gracias al empeño y buen hacer de varios centenares de vecinos de Hervás y algunos llegados de otros pueblos del Valle del Ambroz, como Aldeanueva del Camino y Baños de Montemayor, cuando se representa, junto al Puente de la Fuente Chiquita, la leyenda de los conversos de Hervás. 
 
Hervás, situada al abrigo de las estribaciones de las sierras de Béjar y Gredos, bajo el majestuoso pico de Pinajarro, es una villa agradable y dueña de un interesante puñado de monumentos arquitectónicos. Puedes comenzar tu recorrido en la céntrica Plaza de la Corredera, desde la que parten la mayoría de los paseos a pie por su casco histórico. En la misma plaza tropezarás con una de las rarezas de la localidad, la del bar-librería Las Flores, un buen lugar para recuperar fuerzas y hojear algún libro. Por la calle Matías Pérez, entre comercios decadentes y un tráfico atrapado por las estrecheces del vetusto caserío, se sube hasta Santa María, mirador privilegiado sobre el valle. 
 
A vista de pájaro. A Santa María se la conoce en Hervás como la iglesia. Y la memoria popular señala que antaño, en este lugar, hubo una fortaleza templaria. Su alto campanario domina el caserío y la vega que abre el Ambroz, un centenar de metros más abajo del teso, entre un rompecabezas de tejados anaranjados. Desde Santa María se disfruta de un paisaje bravo y sustancioso, una escollera de huertos y frutales que se pierde, sierra arriba, camino de las cumbres pétreas. Equidistante, entre el mar de cubiertas, asoma la espadaña rojiza y herreriana de San Juan Bautista, un templo construido a finales del siglo XVII junto al convento trinitario del mismo nombre. Un agradable paseo lleva desde la Plaza del Convento hasta el Palacio de los Dávila, actual sede del Museo Pérez Comendador Leroux, donde se conserva buena parte de la obra del célebre escultor hervasense. 
 
Fuera del casco antiguo, junto a la carretera que asciende hacia La Garganta, abre sus puertas el capricho coleccionista del Museo Español de la Moto y el Coche Clásico. Y a espaldas de San Juan Bautista, también por fuera del casco urbano, viene a morir la vía férrea que enlazaba Gijón con Sevilla, desahuciada en este tramo en los “felices” ochenta. La vieja estación funciona ahora como albergue para los peregrinos que transiten por la Vía de la Plata en dirección a Compostela. En uno de los edificios anexos abre sus puertas el Centro de Interpretación del Ferrocarril en Extremadura, un espacio reservado para la nostalgia de máquinas humeantes y viajes imposibles. 
 
Muy cerca de la antigua estación ferroviaria parte la serpiente asfaltada que encumbra el Puerto de Honduras, por donde los valles del Ambroz y del Jerte se hermanan. El camino de Honduras, elegido cada tarde por muchos hervasenses para estirar las piernas, se adentra en uno de los profundos castañares que enmarcan la villa y que ya impresionaran a don Miguel de Unamuno hace ahora un siglo. A la derecha, sobre el encorsetado horizonte,  quedan muchos de los pueblos del Valle del Ambroz, lugares suntuosos en su delicada modestia. Pobres pero muy bellos. No te los pierdas.
 
Más información: Oficina de Turismo de Hervás (Tel. 927 47 36 18)

 



DORMIR


Hospedería Valle del Ambroz (Pza. del Hospital, s/n. 927 47 48 29 y ), en el antiguo convento de los Trinitarios, bien situada en el casco antiguo y con un amplio aparcamiento. Dispone de 21 habitaciones. Doble: 73 €, con desayuno.

 


COMER

Restaurante Nardi (Braulio Navas, 19. Tel. 927 48 13 23). Sin duda, uno de los mejores establecimientos de la comarca: carpaccio de presa de cerdo ibérico, tacos de bacalao con cremoso de patatas y emulsión de zorongollo. Por unos 30 €.

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