Opinión

Pequeñas confidencias de viaje: La Garrocha (Valladolid) / Por Pepo Paz

Tomate relleno de mousse de queso, de bonito y soja (La Garrocha) - Foto: Pepo Paz
photo_camera Tomate relleno de mousse de queso, de bonito y soja (La Garrocha) - Foto: Pepo Paz

Inauguramos la serie de pequeñas confidencias viajeras: ¿dónde ir de pinchos en Valladolid con una excelente relación calidad/precio?

Seguro que alguna vez te has visto en el mismo brete: un amigo te dice que se va a pasar el fin de semana a tal ciudad y que si conoces algún local donde se pueda comer o ir de pinchos a buen precio. Y, con la que está cayendo, el reto es gordo, sin duda. Pues vamos a ver si puedo daros algunas pistas...

 

El viernes pasado estuve en Valladolid, una ciudad que desde hace un porrón de años alardea de ofrecer algunas de las barras de pinchos más sabrosas de toda España. Sede del Concurso Nacional de Pinchos (que además, en su última edición, celebrada hace pocas semanas, tuvo un fallo no exento de polémica), las barras vallisoletanas compiten por atraer clientes con propuestas que van desde lo más clásico hasta el bocado creativo que busca más sorprender por lo estético que por el sabor. Con desiguales resultados, claro.

 

A mí, tantos años después, sigue fascinándome sobre todo un recoleto local situado a dos pasos de la bulliciosa Plaza Mayor: La Garrocha (Francisco Zarandona, 6). Casi oculto por el vetusto edificio del Mercado del Val, en una calle sin mucho trasiego, Chisco Alonso y su equipo de cocina (comandado por Pablo Gómez desde febrero de 2010) le han dado una vuelta de tuerca a su ya celebrada carta de pinchos y han optado por ofrecer unos mini-platos que, sin olvidar la calidad de la materia prima, cuidan mucho el maltrecho bolsillo de la clientela.

 

¿Por qué me gusta La Garrocha? Lo primero porque son pinchos que saben a lo que uno se ha imaginado al leer la carta. Texturas perfectas con sabores sin enmascarar. Lo segundo, porque se elaboran sobre la marcha (nada de estar a la vista, en barras acristaladas). Mini-platos recién cocinados. Y tercero, por el precio: pinchos que van desde 1,50 € a 3 €. Además, ofrecen también un menú de pinchos semanal irrenunciable: 7x15. Siete pinchos, que varían cada semana, por 15 € (6 salados + 1 dulce).

 

 

Crujiente de manitas de cerdo con compota de higos - Foto Pepo Paz
 

Yo el otro día probé dos deliciosos: el de tomate relleno con mousse de queso, de bonito y de soja (2,20 €) y otro sobresaliente, el de crujiente de manitas de cerdo con compota de higos (1,50 €). Chisco Alonso (que desde junio de este año también está al frente del restaurante La Casita -en el nº 188 del madrileño Pº de la Castellana) nos recomienda estos otros dos pinchos: ravioli crujiente de pichón y setas de temporada (2,20 €) y la "Garroburger" (hamburguesa de atún y manzana), también por 2,20 €.

 

Será cuestión de dejarse caer nuevamente por allí y probarlos...