Opinión

Steampunk: Ciencia ficción victoriana

Los géneros cinematográficos no dejan de mover sus fronteras. La última corriente -el steampunk- se nutre de la ciencia ficción y del cine de aventuras, pero especialmente se caracteriza por una peculiar estética que se inspira en la época victoriana. Nos damos una vuelta por el Londres de la revolución industrial; de ahí viene el nombre de esta corriente -steam, vapor- por las máquinas de vapor y hierro que dieron lugar a una nueva sociedad.
En El truco final (Christopher Nolan, 2006) aparece uno de los más enigmáticos inventores de la Historia, Nikola Tesla, interpretado por el polifacético David Bowie. Tesla mantuvo una relación de rivalidad con Thomas A. Edison, una verdadera "guerra de corrientes eléctricas" a finales del siglo XIX, que se refleja en la película.

En El truco finalThe prestige, es su título original- compiten además dos "ilusionistas"; en este caso dos magos profesionales: Robert Angier (Hugh Jackman) y Alfred Borden (Christian Bale). El complejo y barroco Nolan se permite ciertas licencias respecto a Tesla-Bowie, al que Angier contrata para que fabrique una máquina de "teletransportación", ya que desea superar a Borden en su truco del hombre que desaparece (y reaparece). Si bien al principio el "Tesla ficticio" parece estar llevando a cabo sus experimentos sobre electricidad de manera creíble, siguiendo la biografía del "Tesla real", muy pronto los inventos parecen devenir en artefactos imposibles para la época –finales del siglo XIX- como ocurre con las clonaciones. Inquietante es la secuencia en la que un gato clonado surge en bucle, y que remite al momento de "deja vu" con felino incluido de Matrix (Wachowski Brothers, 1999).  Nos movemos en el terreno de una nueva corriente: el Steampunk.

El Steampunk muestra inventos imposibles para la época, sociedades "retrofuturistas" en las que la imaginación y la tecnología anacrónica van unidas, y una rica imaginería que forma parte de películas como La liga de los hombres extraordinarios (S. Norrington, 2003). El Steampunk fue originalmente descrito como "ciencia ficción de la era victoriana", pero el género incluye otras formas de ficción especulativa.


Arriba: Fotogramas de El truco final (H. Jackman, M. Caine y S.Johansson). Abajo: carteles de la saga de Sherlock Holmes (Rober Downey Jr y Rachel McAdams) dirigida por Guy Ritchie (2009 y 2011)

La coordenada espacio-temporal principal en la que se mueve el Steampunk es la Inglaterra victoriana -el Londres de la Revolución Industrial-, aunque tampoco desentona el París de finales del XIX, incluso la metrópoli de Nueva York, que en esa época comenzaba su despegue económico (Gangs of New York, de M. Scorsese, 2002). La cronología abarca desde finales del siglo XVIII hasta el declinar del XIX, cuando aparece el motor diesel. El límite es temporal, conceptual, y sobre todo estético, ya que la dirección artística de películas como Dune y Wild wild west se inspira en las máquinas de hierro y vapor, con su aspecto pesado, oxidado, como de "armatoste". De todas formas, lo artesanal, el biopunk (maquinaria "ecológica"), la visión romántico-gótica, y los toques mágico-místicos también están presentes.


A la izquierda, Wild wild west (B. Sonnenfeld, 1999). Derecha, El castillo ambulante (H. Miyazaki, 2004)


Izquierda, Van Helsing (S. Sommers, 2004). Derecha, La Liga de los hombres extraordinarios (S. Norrington, 2003)

Si rastreamos las raíces del Steampunk nos daremos cuenta de que, en realidad, desde los años 80 del siglo XX  hemos visto películas con "aire steamer". ¿Quién no recuerda la sociedad distópica Brazil, propuesta por Terry Gilliam? ¿O el curioso caso de Dune? Su director, David Lynch parece inspirarse –más que en una urbe industrializada- en la corte imperial de una especie de Viena decimonónica. En los 90 hallamos más imágenes, como La ciudad de los niños perdidos, Sleepy Hollow, y parte del film de Coppola, Drácula de Bram Stoker.


A la izquierda, fotograma de Brazil (Terry Gilliam, 1985). A la derecha, La ciudad de los niños perdidos (J.P. Jeunet & M. Caro, 1995)


A la izquierda, Dune (D. Lynch, 1984). A la derecha, Johnny Depp en Sleepy Hollow (T. Burton, 1999)


Izquierda, Gangs of N.York (M. Scorsese, 2002). Dcha. Drácula de Bram Stoker (F. F. Coppola, 1992)

Ya en el siglo XX, algunos títulos como La brújula dorada y Una serie de catastróficas desdichas inciden más en la parte de diseño artístico que en la tecnológica; y es que la estética neo-victoriana cuenta con una liga de "steamers" que no deja de crecer.


Izquierda, La brújula dorada (C. Weitz, 2007). Derecha, Una serie de catastróficas desdichas (B. Silberling, 2004)