Rumbo a la luz de Argel con Javier Reverte y… Albert Camus
"Rumbo a la luz" es el título de la segunda parte del libro El hombre de las dos patrias, en el que Javier Reverte viaja a la Argelia de Albert Camus. Si en la entrega anterior nos ocupamos de su visita a Orán, ahora nos adentramos en el Argel de la infancia de Camus.
Dejamos a nuestro autor, en un post anterior, descansando tras su recorrido oraní y tras su viaje en un polvoriento Hyundai a la antigua ciudad de Tlemecen. Cerrábamos con él la primera parte de su libro viajero (¿qué no es viajero en la literatura de Reverte?) El hombre de las dos patrias titulada “Rumbo al mal” para sumergirnos en el ambiente luminoso de la Argel que vio gran parte de la infancia de Albert Camus. Con su acompañante Houari, a quien ya conocemos de nuestras caminatas con el autor por Orán, Reverte tomará el tren en un día “gris, feo, de cielo cochino y nubes desdichadas”, una descripción con adjetivaciones tan imprevistas como deslumbrantes, que contradice el destino que da título a la segunda parte del libro, “Rumbo a la luz”. Si el día es gris, el tren en el que viaja Reverte no desentona: “Los vagones eran muy antiguos, quizá del tiempo de la colonia”, escribe. Y al describirnos quienes en el vagón lo acompañan no es difícil recordar, a quienes tenemos edad suficiente, lo que eran los trenes en España en la década de los sesenta, trenes con vida propia para viajes eternos por muy corto que fuera el trayecto: “Recorrían el pasillo, cantando su mercancía, vendedores de bocadillos, refrescos, agua mineral, chocolate, y un tipo que ofrecía baratijas”, nos cuenta Reverte y recordamos las descripciones que hacía Juan Pedro Aparicio del interior del “Hullero” en una entrada anterior de este blog
No tardaremos en situarnos frente a la segunda casa de Camus, en el número 93 de la misma calle Lyon, “una vivienda de dos plantas, casi enterrada entre dos edificios de mayor altura, con una tienda al lado de telefonía móvil”. Reverte es detallista y reflexivo y se adentra en la historia de Argel, en la vida del escritor que motivó su viaje y sabemos por él y por la lectura que hace del biógrafo de Camus, Olivier Todd, que en Lyon, 93 Camus vivió hasta 1930, hasta sus diecisiete años, y que “jugaba en la calle con niños judíos, árabes, pieds-noirs de origen francés, españoles, italianos…”. Después, volveremos al barrio donde se encuentra el hotel donde se alojan Javier Reverte y su ayudante Houari y tras una breve parada en Tango Bar (“Evidentemente, era un prostíbulo”, escribe Reverte) haremos el trayecto que solía hacer quien sería Premio Nobel algunos años después para llegar al Liceo.
Pero la Casbah, símbolo de orgullo nacional para los argelinos además de barrio histórico, no podía dejar de ser visitado. En un viejo taxi y de nuevo acompañado por Houari, Reverte subirá hasta una plaza en la altura, junto a una fortaleza derruida. Después, sin prisas, y caminando, comenzarán a descender por las calles centenarias y estrechas: “Descendíamos por estrechos callejones en donde olía a orines y a heces de caballerías. Las puertas de las viviendas eran muy bajas y los ventanucos apenas llegaban a los dos palmos de anchura y altura”.
Javier Reverte da por concluido su viaje con un almuerzo con Houari “en el Front de Mer el día anterior a mi partida”. Pasarán, por tanto, algunas horas hasta que aquélla se produzca. Así nos la cuenta el autor y así termina este libro más que necesario: “La mañana de mi partida, a primera hora, el sol asomó desde la espalda del mar, a ras de agua, furioso, soberbio, o como lo llamó Camus: ‘invencible’.”. Vemos, al pie de la última línea, una breve nota: “Argelia-Madrid-Valsaín, 2013”. Y recapacitamos: todo viaje es una oportunidad para acrecentar nuestro conocimiento. Si el viaje lo hacemos a través de un libro y de dos autores, el leído “en tiempo real” (Javier Reverte) y el evocado (Albert Camus), el aprendizaje para el lector es doble. Y se agradece.
El hombre de las dos patrias (Tras las huellas de Albert Camus). Javier Reverte. Ediciones B.Barcelona, 2016